Wednesday, September 23, 2009

Comunismo y Capitalismo

Por Nieves y Miro Fuenzalida.
A excepción de unos pocos marxistas porfiados hoy ya no se habla de comunismo o capitalismo. Ambos términos han desaparecido de la retórica de los políticos, sindicalistas, escritores, periodistas o académicos. Incluso la izquierda revolucionaria y el movimiento anti globalización han transformado la crítica del capitalismo (centrada en mecanismos económicos, formas de organización laboral, extracción de ganancias) en la crítica del Imperialismo. Cuando se habla de los agentes de la globalización el enemigo es externalizado, mayormente, en la forma de un anti americanismo vulgar. La agenda política es la de la lucha en contra del imperio americano y, en esta lucha, cualquier aliado es bueno. Como ha dicho Zizek, el filosofo lacaniano, el islamismo anti modernista o el régimen de Bielorrusia aparecen como fuerzas progresistas en contra de la globalización. En lugar de la crítica al capitalismo como tal nos conformamos con la crítica a los excesos del imperialismo. Con lo que finalmente nos quedamos es con la intención de suavizar los mecanismos capitalistas para crear otro marco más progresivo, tolerante y justo como ultima formula de arreglo económico social, olvidando que el capitalismo global contiene suficientes antagonismos (ecológicos, propiedad privada, desarrollos tecno científicos y nuevas formas de aphartei) que tienen el potencial de motivar movimientos sociales que impidan su reproducción indefinida.
El capitalismo posee una tremenda capacidad de adaptación y fácilmente transforma cada crisis y catástrofe en una oportunidad de inversión, competencia y solución mercantil. Lo que impulsa esta creatividad es la confianza en la objetividad de los mecanismos del mercado, en la mano invisible que garantiza que la competencia del egoísmo individual contribuye al bien común. Zizek enfatiza el hecho de que por mucho tiempo las leyes o la lógica interna del proceso histórico han proporcionado el medio y el fundamento a todas las intervenciones humanas. Cualquier cosa que el sujeto político o social realice ha estado mediada y sobredeterminada por la historia. Su curso, su impulso inmanente, se orienta necesariamente hacia un objetivo ultimo (el juicio final, el despliegue del Espíritu, la sociedad sin clases, las leyes del mercado liberal, el punto omega). En contra de esta lógica lo que hoy día surge como posibilidad real es la intervención directa de la voluntad del ser humano en la dirección de la historia modificando su curso al desencadenar una catástrofe ecológica, una mutación genética fatal, la aniquilación nuclear o la apertura a un nuevo mundo. Ya no podemos confiar en que la historia continuara su curso no importa lo que hagamos. La acción de un solo agente político puede alterar, interrumpir o terminar con el proceso histórico mundial. La sustancia histórica da paso al sujeto histórico.
Es dentro de este contexto en donde el capitalismo empieza a perder su estatus privilegiado. Zizek hace notar que una serie de fenómenos han empezado a aparecer que muestran el límite de la propiedad privada. La insistencia de Napster de permitir libre acceso a la música contenida en el Internet mostró la relación antagónica entre la lógica de la ganancia de la industria digital y el problema de como mantener la propiedad privada (derecho de autor) en un medio de circulación libre. Jeremy Rifkin menciona que según el poder judicial norteamericano no hay necesidad de distinguir entre seres vivos y objetos inanimados. Un organismo genéticamente diseñado debe ser considerado como una invención en la misma forma que una computadora. Las comunidades locales de América Latina, África o India pueden descubrir de pronto que ciertas plantas medicinales usadas por cientos de años ahora son propiedad de compañías farmacológicas extranjeras o compañías biogenéticas que patentizan genes adquiriendo derecho de propiedad de una especie vegetal o animal en su totalidad. La investigación y trabajo de incontables generaciones de campesinos y científicos potencialmente son negados por una decisión legal que equivale a un secuestro económico. El conocimiento tratado como si fuera una propiedad tangible. ¿No es la concentración monopolística del poder en las manos de un solo individuo o corporación un indicio de la necesidad de repensar la propiedad privada? Si en las próximas décadas se hace realidad la creación de un aparato único que concentre las características de la inter-acción informática, el teléfono, la televisión, el audio video y el video “DVD Player” no hay nada que impida que una corporación privada logre transformarse en dueña absoluta de este medio universal que le permitiría controlar, no solo el lenguaje usado en el, sino también las condiciones de su aplicabilidad ¿no estaríamos llegando aquí a la escalofriante situación en que un solo agente, independiente del control publico, dominaría la estructura comunicacional básica de nuestras vidas, transformándose en un poder mas fuerte que cualquier gobierno? Uno podría preguntar junto con Zizek... cuando una corporación biogenética patenta nuestros genes, haciéndolos su propiedad… ¿no esta dando origen a la misma paradoja de poseer las partes mas profundas de nuestro cuerpo transformándolo, en cierta forma, en propiedad de la corporación?
Es esta referencia a la propiedad común la que trae de vuelta la noción de comunismo, la que mantiene esta hipótesis como alternativa. Sin este horizonte, sin esta idea alternativa no hay nada en el transcurso histórico político de interés fuera de la preocupación con nuestros propios asuntos. La mantención de esta hipótesis no significa la vuelta a la propiedad estatal. Esta, de alguna manera, también fue privada, controlada por la burocracia administrativa, la estructura partidista y los aparatos ideológicos. El desafío que el presente le impone a la izquierda, si es que hoy día todavía existe, es darle a esta hipótesis una nueva forma de existencia. El peligro de una sociedad pos capitalista es la emergencia de nuevas formas de jerarquía directamente fundadas en cualidades individuales cancelando, incluso, la igualdad y libertad formal burguesa. En tanto el factor determinante del poder social este basado en la exclusión e inclusión a ámbitos privilegiados (conocimiento, control) tenemos que esperar un aumento en las formas de exclusión que pueden llegar hasta el racismo ¿Qué forma tendrá una sociedad pos capitalista? ¿Estará basada en la igualdad o será jerárquica? ¿Quiénes serán sus agentes? Estos serán los más importante problema político en las luchas por venir.
El 9 de Noviembre de 1989 la muralla de Berlín es derrumbada señalando el triunfo del capitalismo y la futura democracia liberal. El 11 de Septiembre caen las Torres Gemelas trayendo de vuelta las murallas (Israel y Palestina, México y Estados Unidos, La Unión Europea) y el miedo. Pero, el fenómeno realmente nuevo de nuestro tiempo, dice Zizek, es el crecimiento explosivo de las poblaciones marginales de las mega ciudades del mundo que contienen el potencial de transformarse en un sujeto político capaz de llenar el vacío revolucionario dejado por la clase proletaria porque son libres en el sentido proletario clásico. Libres de amarras sustanciales, fuera de la regulación policial del Estado. Una inmensa colectividad arrojada a una situación nueva desde donde tiene que inventar alguna forma de unión sin el soporte de formas de vida tradicional. En una sociedad en donde el control total es prevalente las poblaciones marginales son espacios que, a pesar de estar dentro del territorio nacional, se ubican fuera de la ley. El control estatal se suspende y la policía raramente se atreve a internarse por sus callejuelas. Es esta masa, privada de todo y situada en los márgenes de las grandes ciudades industriales, la que puede transformarse en la fuerza política futura. En el siglo XIX se produce la politización del proletariado. En el siglo XX, el despertar político de la población rural del Asia y Africa. En el siglo XXI los habitantes de las poblaciones marginales tienen el potencial de romper la inercia política y transformarse en agentes de cambio ¿No lo hemos visto en Venezuela? Uno de los logros más importantes de Hugo Chávez ha sido la organización y movilización de los pobladores que, incluso para su propia sorpresa, lo salvaron del golpe de Estado.
El antagonismo es constitutivo de la condición humana. No podemos escaparnos de el. Lo que nos queda, lo que nos queda dice el filosofo esloveno, es reconocerlo y cambiar la forma en que se da, la estructura que lo entorna para articular una nueva forma de vida, una nueva relación de producción. El antagonismo crucial en este momento, el punto de referencia de todos los otros es el antagonismo entre excluidos e incluidos. Es una división que atraviesa todas las otras divisiones basadas en la política de la identidad. Sin el todos los otros pierden su lado subversivo. Uno honestamente puede luchar por mejorar el ambiente, apoyar una noción más amplia de propiedad intelectual, oponerse al derecho de propiedad genética sin cuestionar el antagonismo o contradicción social básica. Pero, el resultado al final del día, es que la ecología se transforma en un problema de desarrollo sostenible, la propiedad intelectual en un complejo desafío legal y la biogenética en una cuestión ética. Con lo que nos quedamos es solo con la eficiente administración de la vida. Y en un mundo despolitizado, carente de grandes causas sociales la única forma de movilizar a la gente es el miedo, la ideología predominante del actual capitalismo mundial.
Nota: Los autores son escritores y docentes chilenos residentes en Ottawa.

Saturday, September 5, 2009

El Poder Astuto Contra América Latina

Por Manuel E Yepe

El “Smart Power”, en español “poder astuto, hábil o inteligente”, ha sido prácticamente oficializado por la Administración Obama como arma de política exterior de Estados Unidos, con la canciller Hillary Clinton como su principal portavoz.
En la audiencia del Senado que la confirmó en el cargo de Secretaria de Estado, en enero último, la señora Clinton proclamó que Estados Unidos debe utilizar una diplomacia de Smart Power, sin abundar en la esencia de esa política.
En un irónico artículo del ex redactor principal del Consejo de Relaciones Exteriores (Council on Foreign Relations), Lionel Beehner, publicado por el Huffington Post el 23 de enero, el autor afirmó que Hillary Clinton “ha conseguido resumir la nueva dirección de la política exterior de Estados Unidos con un eslogan pegajoso: Smart Power, una formulación de notable ininteligibilidad y suficientemente vaga que ostensiblemente combina el poder ‘duro’ con el poder ‘suave’ y que hará que los tiranos del mundo se bajen los pantalones para restaurar el liderazgo de los Estados Unidos”.
Beehner se preguntaba si el Smart Power no sería una sofisticada manera de convocar a una política tradicional que busque reinsertar al internacionalismo liberal en su posición anterior, contrarrestando doctrinas de Bush “que ya nadie apoya más que Sarah Palin y unos pocos fósiles expertos de la AEI (American Enterprise Institute)”.
Pero, en abril 5, la Secretaria del exterior estadounidense definió más precisamente la esencia del Smart Power, que calificó como la doctrina Obama de política exterior. Dijo que consiste en el uso del “conjunto de herramientas a nuestra disposición --diplomáticas, económicas, militares, políticas, legales y culturales- escogiendo la herramienta o combinación de ellas más adecuada en cada situación”.
“La doctrina del Smart Power --ha dicho la canciller-- puede requerir, en ocasiones, el uso de la fuerza militar para proteger a nuestra gente y nuestros intereses. Pero serán igualmente importantes la diplomacia y el desarrollo para la creación de condiciones para un mundo pacífico, estable, y próspero”.
Según la Secretaria de Estado, el Smart Power requiere de la capacidad de acceder a amigos y adversarios por igual, reforzando viejas alianzas y forjando otras nuevas con herramientas tales como: la negociación, la persuasión y el ejercicio de influencias; la cooperación con socios militares y con los de otras agencias del gobierno; la relación con organizaciones no gubernamentales, del sector privado y organizaciones internacionales; el uso de modernas tecnologías de divulgación pública; el reforzamiento de la autoridad de negociadores que puedan proteger los intereses de EE.UU., y la comprensión de los intereses de los socios.
La doctrina del Smart Power ha sido ya puesta a prueba en América Latina. Se le ha visto el rostro en función de la contraofensiva actual de Estados Unidos en el continente, una estrategia diseñada por las fuerzas ultra reaccionarias del neoconservadurismo durante la administración del presidente anterior.
La adaptación de las viejas prácticas imperialistas a los métodos sofisticados del Smart Power ha provocado que afloren numerosas contradicciones: unas aparentes, otras reales y algunas simuladas dentro de los esquemas del Smart Power.
Así se ha evidenciado en varios escenarios mundiales. En este continente, entre otros, en las intrigas desestabilizadoras contra el gobierno del Presidente Colom en Guatemala, los ardides divisionistas en Bolivia, las maniobras para evitar la consolidación de la plataforma de gobierno que propició la elección del presidente Funes en El Salvador y, ahora, los agresivos manejos que apuntan a la concesión de bases militares que harían de Colombia un país militarmente ocupado por Estados Unidos en el corazón de Latinoamérica.
El golpe de Estado en Honduras, que tenía por objetivo eliminar lo que se suponía el eslabón más débil del ALBA, sin dudas debió sufrir adaptación al Smart Power. El desarrollo de los acontecimientos y en especial la “inesperada” actitud de las fuerzas populares hondureñas respaldando la valiente actuación del presidente Zelaya puso en evidencia serias contradicciones en la forma de manifestarse el gobierno de EE.UU. que, lejos de intentar provecho de un desempeño “inteligente”, ha estimulado la animadversión de los hondureños por la evidencia de sus vínculos de interdependencia con la oligarquía de esa nación centroamericana.
En lo que respecta a la política contra Cuba, altos funcionarios diplomáticos cercanos a la Clinton han divulgado los fundamentos de una nueva táctica de no eliminar el bloqueo sino convertirlo “en un instrumento efectivo del Smart Power para alcanzar los objetivos de la política de Estados Unidos en Cuba”. De ahí que, las recomendaciones e iniciativas que han trascendido no atenten contra los principios del “embargo”, sino que busquen liberalizarlo en aspectos que beneficien a los poderosos intereses económicos de EE.UU. mediante licencias y concesiones puntuales, sin afectar su utilidad como arma de presión.
Al esquema de imperialismo “blando” que pretenden fabricar los “powers that be” (élite del poder estadounidense) para salvar el sistema con la carismática figura del presidente negro que promete cambios y la pérfida doctrina del Smart Power como método, están respondiendo prestamente los pueblos de América Latina, que solo ven… más de lo mismo.
Nota: El autor es abogado, economista y profesor del Instituto Superior de Relaciones Internacionales de la Habana.