Saturday, March 21, 2009

El Desafío de América Latina

Por Noam Chomsky
Hace más de un milenio, mucho antes de la conquista europea, una civilización perdida floreció en un área que conocemos ahora como Bolivia.
Los arqueólogos están descubriendo que Bolivia tenía una sociedad muy sofisticada y compleja, o, para usar sus palabras, uno de los medios ambientes artificiales más grandes, extraños y ecológicamente más ricos del planeta... sus poblaciones y ciudades eran grandes y formales, y eso creó un panorama que era una de las obras de arte más grandes de la humanidad.
Ahora Bolivia, junto con buena parte de la región, desde Venezuela hasta Argentina, ha resurgido. La conquista y su eco de dominio imperial en Estados Unidos están cediendo el paso a la independencia y a la interdependencia que marcan una nueva dinámica en las relaciones entre el norte y el sur. Y todo eso tiene como telón de fondo la crisis económica en Estados Unidos y en el mundo.
Durante la pasada década, América Latina se ha convertido en la región más progresista del mundo. Las iniciativas a través del subcontinente han tenido un impacto significativo en países y en la lenta emergencia de instituciones regionales.
Entre ellas figuran el Banco del Sur, respaldado en 2007 por el economista y premio Nobel Joseph Stiglitz, en Caracas, Venezuela; y el Alba, la Alternativa Bolivariana para América Latina y el Caribe, que podría demostrar ser un verdadero amanecer si su promesa inicial puede concretarse.
El Alba suele ser descrito como una alternativa al Tratado de Libre Comercio de las Américas patrocinado por Estados Unidos, pero los términos son engañosos. Debe ser entendido como un desarrollo independiente, no como una alternativa. Y además, los llamados acuerdos de libre comercio tienen sólo una limitada relación con el comercio libre, o inclusive con el comercio en cualquier sentido serio del término.
Y ciertamente no son acuerdos, al menos si las personas forman parte de sus países. Un término más preciso sería acuerdos para defender los derechos de los inversionistas, diseñados por corporaciones multinacionales y bancos y estados poderosos para satisfacer sus intereses, establecidos en buena parte en secreto, sin la participación del público, o sin que tengan conciencia de lo que está ocurriendo.
Otra prometedora organización regional es Unasur, la Unión de Naciones de América del Sur. Modelada en base a la Unión Europea, Unasur se propone establecer un Parlamento sudamericano en Cochabamba, Bolivia. Se trata de un sitio adecuado. En 2000, el pueblo de Cochabamba inició una valiente y exitosa lucha contra la privatización del agua. Eso despertó la solidaridad internacional, pues demostró lo que puede conseguirse a través de un activismo comprometido.
La dinámica del Cono Sur proviene en parte de Venezuela, con la elección de Hugo Chávez, un presidente izquierdista cuya intención es usar los ricos recursos de Venezuela para beneficio del pueblo venezolano en lugar de entregarlos para la riqueza y el privilegio de aquellos en su país y el exterior. También tiene el propósito de promover la integración regional que se necesita de manera desesperada como prerequisito de la independencia, para la democracia, y para un desarrollo positivo.
Chávez no está solo en esos objetivos. Bolivia, el país más pobre del continente, es tal vez el ejemplo más dramático. Bolivia ha trazado un importante sendero para la verdadera democratización del hemisferio. En 2005, la mayoría indígena, la población que ha sufrido más represiones en el hemisferio, ingresó en la arena política y eligió a uno de sus propias filas, Evo Morales, para impulsar programas que derivaban de organizaciones populares.
La elección fue solamente una etapa en las luchas en curso. Los tópicos eran bien conocidos y graves: el control de los recursos, los derechos culturales y la justicia en una compleja sociedad multiétnica, y la gran brecha económica y social entre la gran mayoría y la elite acaudalada, los gobernantes tradicionales.
En consecuencia, Bolivia es también ahora el escenario de la confrontación más peligrosa entre la democracia popular y las privilegiadas elites europeizadas que resienten la pérdida de sus privilegios políticos y se oponen por lo tanto a la democracia y a la justicia social, a veces de manera violenta. De manera rutinaria, disfrutan del firme respaldo de Estados Unidos.
En septiembre pasado, durante una reunión de emergencia de Unasur en Santiago, Chile, líderes sudamericanos declararon su firme y pleno respaldo al gobierno constitucional del presidente Evo Morales, cuyo mandato fue ratificado por una gran mayoría, aludiendo a su victoria en el reciente referéndum.
Morales agradeció a Unasur, señalando que por primera vez en la historia de América del Sur, los países de nuestra región están decidiendo cómo resolver sus problemas, sin la presencia de Estados Unidos.
Estados Unidos ha dominado desde hace mucho la economía de Bolivia, especialmente mediante el procesamiento de sus exportaciones de estaño.
Como el experto en asuntos internacionales Stephen Zunes señala, a comienzos de la década de los años 50, en un momento crítico de los esfuerzos de la nación para convertirse en autosuficiente, el gobierno de Estados Unidos obligó a Bolivia a utilizar su escaso capital no para su propio desarrollo, sino para compensar a ex dueños de minas y repagar su deuda externa.
La política económica que se impuso a Bolivia en esa época fue precursora de los programas de ajuste estructural implementados en el continente 30 años más tarde, bajo los términos del neoliberal Consenso de Washington, que ha tenido por lo general efectos desastrosos.
Ahora, las víctimas del fundamentalismo del mercado neoliberal incluyen también a países ricos, donde la maldición de la liberalización financiera ha traído la peor crisis financiera desde la gran depresión.
Las modalidades tradicionales del control imperial –violencia y guerra económica– se han aflojado. América Latina tiene opciones reales. Washington entiende muy bien que esas opciones amenazan no sólo su dominación en el hemisferio, sino también su dominación global. El control de América Latina ha sido el objetivo de la política exterior de Estados Unidos desde los primeros días de la república.
Si Estados Unidos no puede controlar América Latina, no puede esperar concretar un orden exitoso en otras partes del mundo, concluyó en 1971 el Consejo Nacional de Seguridad en la época de Richard Nixon. También consideraba de importancia primordial destruir la democracia chilena, algo que hizo.
Expertos de la corriente tradicional reconocen que Washington sólo ha respaldado la democracia cuando contribuía a sus intereses económicos y estratégicos. Esa política ha continuado sin cambios, hasta el presente.
Esas preocupaciones antidemocráticas son la forma racional de la teoría del dominó, en ocasiones calificada, de manera precisa, como la amenaza del buen ejemplo. Por tales razones, inclusive la menor desviación de la más estricta obediencia es considerada una amenaza existencial que es respondida de manera dura. Eso va desde la organización del campesinado en remotas comunidades del norte de Laos, hasta la creación de cooperativas de pescadores en Granada.
En una América Latina con una flamante autoconfianza, la integración tiene al menos tres dimensiones. Una es regional, un prerrequisito crucial para la independencia, que dificulta al amo del hemisferio escoger países, uno después de otro. Otra es global, al establecer relaciones entre sur y sur y diversificar mercados e inversiones. China se ha convertido en un socio cada vez más importante en los asuntos hemisféricos. Y la última es interna, tal vez la dimensión más vital de todas.
América Latina es famosa por la extrema concentración de riqueza y de poder, y por la falta de responsabilidad de las elites privilegiadas con respecto al bienestar de sus países.
América Latina tiene grandes problemas, pero hay también desarrollos prometedores que podrían anunciar una época de verdadera globalización. Se trata de una integración internacional en favor de los intereses de pueblo, no de inversionistas y de otras concentraciones del poder.
Nota:
Noam Chomsky es profesor emérito de lingüística y filosofía en el Instituto de Tecnología de Massachusetts de Cambridge y uno de los intelectuales más prominentes de Estados Unidos. Los ensayos de Noam Chomsky sobre lingüística y política acaban de ser recolectados en The Essential Chomsky, editados por Anthony Arnove y publicados por The New Press.
Articulo publicado originalmente en el diario La Jornada de México, 15 de Marzo de 2009.

Friday, March 6, 2009

Algo Más Que Sol, Mar y Playa

Por Rolando Hugo Vergara

Chile es un país imprevisible, donde la imaginación a menudo sucumbe ante las impresionantes sorpresas. Para mí, sigue siendo todavía un país desconocido o un territorio por descubrir. En cada uno de mis viajes, he tenido la oportunidad de conocer lugares geográficos inéditos y grupos humanos originales.
Este verano, que aún no termina en el extremo sur, estuvimos de vacaciones en Pingueral. Me atrevería a apostar que no son muchos en el país, y menos todavía afuera, los que conocen este hermoso rincón del sur de Chile.
Pingueral es un exclusivo complejo turístico residencial, ubicado a sólo 30 kilómetros de la ciudad Concepción y a unos pasos del balneario Dichato, que obsequia al visitante la abrumadora tranquilidad de sus playas de arenas blancas y la frescura verde de sus bosques que purifican el entorno. Según el Diario El Sur, Pingueral se ha convertido en el resort más importante de la VIII Región.
A un costado de la playa y junto un cerro, se despliegan las calles y avenidas de la villa. Sobresale la originalidad arquitectónica de las casas, las cuales son grandes, bonitas, modernas y con áreas verdes bien cuidadas. Es difícil encontrar dos viviendas iguales.
Una de las cosas que, tal vez, más impresiona es el novedoso concepto de desarrollo urbano que se quiso implementar. Es un proyecto de urbanización abierto, donde las casas no tienen cercos, los sitios no tienen murallas, las ventanas no tienen rejas, no hay portones con seguros electrónicos y tampoco candados colgando de las puertas. La gente vive en un ambiente seguro y controlado, con una extraordinaria tranquilidad para todos, sin asaltos, sin robos y sin problemas de tráfico vehicular. Pingueral, dicen sus vecinos, “es como vivir en otro país”.
Y tienen razón, es la cara enteramente opuesta al país que conocemos. A pesar del aprecio que tengo por el país, debo confesar que detesto con toda mi alma ese Chile con aspecto de cárcel o campo de concentración que tienen sus casas, sus barrios y sus ciudades. Me causan tremenda angustia las rejas metálicas y los muros que se construyen por todas partes, me provocan escalofríos las puntas afiladas de los vidrios y las alambradas amenazantes que coronan las paredes.
En ese país hostil, inseguro y al acecho, Pingueral es como un oasis de serenidad y tranquilidad.
El gestor e impulsor de este verdadero paraíso turístico residencial es el empresario Gustavo Yánquez Mery, quien comenzó a desarrollar el proyecto en 1990 con la idea de “replicar el modelo Santiago-Viña del Mar” en la gran ciudad de Concepción.
El empresario, sin dudas, ha sido exitoso en el desarrollo de su proyecto. En la actualidad, después de 19 años, existen 450 familias que son propietarios de casas y unos 300 dueños de departamentos en los cuatro edificios que conforman el proyecto Costa Pingueral. En casi dos décadas, según cifras de la empresa, se han invertido cerca de 80 millones de dólares.
Los planes del empresario se vieron, sin embargo, imprevistamente perturbados durante el verano 2006 cuando Andrea Contreras Dueza, una mujer de la ciudad de Chillán, interpuso una denuncia en el Ministerio de Bienes Nacionales, luego que los guardias de seguridad que controlan día y noche el lugar, le impidieran el ingreso a la playa. En su reclamo la mujer alegaba que Pingueral era una playa pública y por lo tanto de uso de todos los chilenos.
Gustavo Yánquez, en entrevista a la revista digital “Nos Identifica”, acusa que detrás de la obsesión por abrir la playa al uso público hay una “maquinación política de la ex intendenta de Chillán María Soledad Tohá y un par de personas más”.
El Ministerio de Bienes Nacionales, a través de la Secretaria Regional Ministerial del Bio- Bio, encargada de realizar la investigación emitió en Junio de 2008, una resolución que lleva la firma de la Intendenta Maria Angélica Fuentes, ordenando abrir el acceso público a Pingueral. Meses más tarde, la Corte de Apelaciones de Concepción, ante un recurso de protección presentado por los propietarios de Pingueral, ratificó la resolución del organismo gubernamental.
Es importante mencionar que los fundamentos jurídicos de la resolución del gobierno emanan del decreto ley No 1.939 de 1977, que en su artículo 13 “garantiza el libre acceso a las playas para fines turísticos y de pesca”.
Al mismo tiempo, el Código Civil en su artículo 589 define con claridad que “se llaman bienes nacionales aquellos cuyo dominio pertenece a la nación toda.” Y agrega que “si además su uso pertenece a todos los habitantes de la nación, como el de calles, plazas, puentes y caminos, el mar adyacente y sus playas, se llaman bienes nacionales de uso público o bienes públicos.”
La Ministra de Bienes Nacionales, Romy Schmidt, por su parte, en visita a terreno y desde la misma playa Pingueral, señaló a la prensa en forma categórica que “en Chile no existen las playas privadas”.
En este instante el caso Pingueral se encuentra a la espera de una resolución definitiva por parte del Tribunal Constitucional.
Llama la atención que hubiera sido una sola persona, una sola ciudadana, una sola mujer, quien reclamara su derecho a usar un bien público como son las playas del país. No fue un grupo de ciudadanos ni tampoco organizaciones sociales las que hicieron la denuncia; a pesar que ahora es posible encontrar en Facebook un grupo de personas que se ha pronunciado a favor de ella.
Este hecho demuestra que una gran mayoría de los chilenos padecen, aún, del ‘síndrome dictadura” y simplemente adoptan una actitud de resignación y claudicación frente a la violación de sus derechos.
Son elogiables las ideas innovadoras de cualquier empresa, pero es inaceptable la venta, con fines de lucro, de exclusividad, seguridad y tranquilidad a un grupo de vecinos, a costa de conculcar los derechos de los demás.
Las maravillosas e impresionantes sorpresas que depara la geografía de nuestro país, como son sus playas de mar, lagos y ríos, no son propiedad de unos pocos acaudalados, sino de todos los ciudadanos. Es hora, ya, que los chilenos, emulando el ejemplo de Andrea Contreras, recuperen definitivamente los bienes nacionales y riquezas naturales que les pertenecen.

*El autor es investigador del Latin American Research Institute